Esta segunda entrada se centra en otro de los objetivos de este blog: tocar los cojones a la institución de la Iglesia Católica en general y a sus dirigentes en particular, no a los creyentes. Bueno, si hay algún creyente devoto de esos que les va el gore y el sado, de los que disfrutan flagelándose con las desgracias propias y ajenas, sintiéndose culpables de todo lo malo que pasa en el mundo o de los que se arrastran hasta que les sangran las rodillas para curarse de algunas enfermedades en vez de ir a su médico de cabecera también les permito que se sientan ofendidos por los comentarios del blog, si eso les hace sentirse peor, más desgraciados, culpables y más merecedores por ello del Cielo. Yo la verdad es que siempre he preferido los climas cálidos, así que no recéis por mí porque bastante tenéis con lo que se cuece en vuestra iglesia.
Pero antes de empezar con estos tocamientos a la institución, sus dirigentes y a los devotos que se quieran sentir ofendidos es preciso una aclaración. OJO, estos tocamientos de los genitales católicos serán siempre en sentido figurado o metafórico, no como hacen impunemente con menores algunos de sus miembros (lo siento Ministra, aquí no hay “miembras”, porque las mujeres en la Iglesia Católica no pintan nada, ni voz ni voto, bueno, votos sí, de castidad, de pobreza y obediencia, si son monjas, aunque las de clausura siguen sin voz).
Eso de tomarse los escritos o incluso las sagradas escrituras al pié de la letra nunca es recomendable, así que es importante que quede claro que lo del tocamiento de los genitales no debe tomarse literalmente, no vaya a ser que reciba proposiciones en el blog de alguno de esos hombres vestidos de mujer que dan misa los domingos y al mismo tiempo se escandalizan con el velo islámico. Ni siquiera es recomendable tocarse los genitales propios, a no ser que queráis quedaros ciegos.
Bien, una vez hecha la aclaración, me gustaría empezar a desarrollar una idea que me ronda desde hace tiempo, voy a hablar de la que para mí podría ser la mayor estafa, con el Código Penal en la mano, de la Historia.
Es una idea que a priori puede parecer absurda, pero hablando de vírgenes que tienen hijos, gente que resucita, dioses que nos vigilan, apariciones marianas, conversiones de agua en vino (sin la intervención de las refinerías de Don Simón), etc... el término “absurdo” pierde un poco su fuerza. Voy a hablar del tema de marcar la “X” en las Declaraciones de la Renta en favor de la Iglesia Católica.
Me gustaría que se pudiera iniciar un proceso penal en el que fuera posible imputar a la Iglesia Católica como autora de un delito continuado de estafa por las campañas publicitarias en las que se pide que los declarantes marquen la casilla en favor de la Iglesia Católica con una cruz (quién le iba a decir al pobre Jesús que la cruz en la que supuestamente fue torturado se vendería como souvenir en el Vaticano y serviría también para pedir dinero a los declarantes en sus declaraciones de la renta. Aquí da igual que los que marcan la casilla sean creyentes o no, a la hora de marcar la cruz no se le niega a nadie esa posibilidad, otra cosa es que te permitan luego comulgar en la iglesia, una cosa es dar y otra recibir).
Bueno, dejaremos los preámbulos y empezaremos ya a desarrollar la idea absurda. Según nuestro Código Penal, en el artículo a 248.1: "Cometen estafa los que, con ánimo de lucro, utilizaren engaño bastante para producir error en otro, induciéndolo a realizar un acto de disposición en perjuicio propio o ajeno".
Creo sinceramente que cualquier Juez de instrucción estaría obligado, al menos, a iniciar un proceso si se presentara una demanda. El tipo penal de la estafa se compone de “ánimo de lucro” (¿alguien ha estado en San Pedro del Vaticano, Lourdes o Fátima?), “engaño bastante” (¿alguien ha visto a dios alguna vez?, ni siquiera aparece en las reuniones de comunidad y eso que son sólo una vez al año), “producir error en otro” (creyente o no, basta con marcar la casilla, mientras se dé dinero da igual, aquí no se excluye a nadie, incluso aunque se marque por error o inconscientemente), “induciéndolo a realizar un acto de disposición en perjuicio propio o ajeno” (destinar parte de las retenciones de tu declaración a financiar a la iglesia).
Lo mejor del caso es que si se iniciara un proceso en el que se discutiera la concurrencia del “ánimo de lucro” en el tipo penal, el Juez estaría obligado a investigar las cuentas de la Iglesia Católica y se
destaparía todo el negocio que tienen montado (ríete tú de McDonalds o Apple). De este modo, se demostraría, sin lugar a dudas, ese ánimo de lucro que requiere la estafa. Una orden judicial es la única forma de quebrantar la traba del secreto bancario, de modo que éste quedaría sin efectos y las cuentas saldrían a la luz, quedando desprotegidos (sabríamos cosas tan interesantes como, ¿qué pasa con el dinero negro que se recauda en los cepillos de la iglesia?, ¿por qué no tributan?, ¿por qué las donaciones de propiedades hechas en testamento a la iglesia por creyentes de buena fe que han fallecido a lo largo de la historia sin descendencia no se destinan a los más desfavorecidos, como era su voluntad, sino a tenerlas en alquiler y así seguir ganando dinero a costa de los fieles incluso después de muertos?, ¿cómo es posible que monjas de clausura declaren donaciones superiores a sus ingresos (esto ni la intervención divina multiplicando panes y peces puede explicarlo)?, ¿por qué un país aconfesional, como es España, tiene esos acuerdos con la Santa Sede?, ¿por qué muchas gestorías marcan la X en las declaraciones de la renta de sus clientes sin que éstos sean conscientes?, etc...
En este hipotético proceso, la única defensa posible sería demostrar que no existe engaño, eso equivaldría a demostrar que dios existe, así que creo que la Iglesia lo tendría un poco difícil, en primer lugar, porque sería difícil entregarle la citación judicial, a pesar de ser omnipresente no está empadronado, seguro que para no tener residencia fiscal y así no tener que declarar sus ingresos. De este modo, si dios no se presenta al juicio, sería juzgado en rebeldía.
Además, el embargo preventivo de los bienes de la iglesia sería una medida cautelar más que justificada y, si dios no se presenta, no creo que todos los bienes que han acumulado a lo largo de la historia, con saqueos, cruzadas, genocidios en descubrimientos de nuevos continentes, etc.... fueran suficientes para pagar la condena. Como consecuencia podrían destinarse esos bienes embargados a lo que en principio deberían haberse destinado siempre, a erradicar la pobreza y no ha aumentar la riqueza de la iglesia, que aunque rimen no son exactamente lo mismo. ¿Cómo es posible que exista un Banco Vaticano?, ¿dónde están los votos de pobreza de esta gentuza?. Son los únicos capaces de engañar al fisco, a los gobiernos y a los bancos impunemente.
En fin, ahí queda la idea y no me extiendo más en el tema que ya huelo la barbacoa de la inquisición y la única carne que veo por aquí es la mía.
Pero antes de terminar, ya que he usurpado el título de una canción de Bunbury para darle nombre al blog, os dejo, como epílogo con una perla de este aragonés errante que no tiene desperdicio (gracias a Intereconomía por darla a conocer, aunque creo que su intención era desacreditarlo, no secundar su opinión).